¡Saludos pajilleros y morbosetes! Mientras voy preparando una nueva tanda con la cual intentar que vuestras entrepiernas no dejen de chorrear mientras os calentáis con el material que voy publicando por el blog, os dejo hoy con una nueva foto de Omar, así como de otro de sus fantásticos relatos, inspirados en las morbosas experiencias de este chaval uruguayo y seguidor del blog del que ya habéis podido disfrutar durante el pasado mes. En esta ocasión, el texto está basado en un fantástico pajote que este habitual visitante de La Zona se pegó en el río Santa Lucía, allá en su país, tal y como él mismo lo ha querido titular. Os dejo con él, no sin antes darle las gracias nuevamente a Omar por compartir no sólo su vergajo con nosotros, sino esas experiencias y esas pequeñas creaciones literarias, recordándoos además que, si deseáis mantener contacto con él, no tenéis más que escribirle a su email personal: omarkiwi@yahoo.es ¡Disfrutadlo! ; )
AVENTURA SOLITARIA EN EL RÍO SANTA LUCÍA
En
el Uruguay tenemos un Río llamado Santa Lucía. Por estar su
desembocadura cerca de Montevideo, era costumbre ir los domingos a
hacer picnic en sus cercanías, pero ahora con la ruta nueva ese paseo
se ha perdido bastante o lo hemos abandonado para ir a otros parques
más cercanos al centro de la ciudad.
Yo
tendría unos 20 años cuando un amigo de esos que nunca falta me
invitó a visitar el club de regatas que hay por esa zona. Me
entusiasmó tanto que terminamos alquilando dos canoas y nos pusimos
a remar para internarnos en el río que yo aun desconocía. Mi amigo que ya había ido otras veces desapareció de mi vista,
claro él remaba mucho más rápido que yo porque lo había hecho
otras veces, tan entusiasmado estaba con su travesía que ni se
acordó que yo iba detrás de él siguiéndolo. Con poco entusiasmo y muy asustado porque ni sabía por qué lugares
me estaba metiendo seguí remando hasta que vi una entrada llena de
sauces. Me dirigí hacia allí para descansar porque me dolían los
brazos de tanto mover esos remos a los que no estaba acostumbrado.
De
mi amigo ni el olor se sentía por lo que me decidí a descansar allí
para esperar que volviese e irnos juntos hasta el lugar donde
debíamos entregar las embarcaciones. Me
estiré en la canoa para quedarme horizontal e instintivamente metí
la mano dentro del short para acomodar mi verga que estaba apretada
dentro de mis ropas.
El
lugar estaba tremendamente silencioso, solamente se oía el ruido del
viento acompañado por el canto de algunos pájaros. Ante tanta paz
mi mano comenzó a sobar mi pija muy despacito como con miedo de que
alguien pasase por allí y me sorprendiese en esa acción tan
humillante. Con
esa tranquilidad y como no tenía otra cosa que hacer seguir
apretándome la puya, jugando con mis bolas unos minutos más. Hasta
que ésta estuvo totalmente dura y latente no me bajé el short.
Que
sensación divina llegó a mis centros nerviosos cuando los cálidos
rayos del sol se posaron sobre la cabeza de mi verga y pude sentir su
tibieza inundado toda esa barra de carne que estaba muy caliente, no
sólo por el calor que recibía del sol sino por el calor que le
había dado mi mano dentro el short trabajándola hasta el punto de
que esta quería reventar, y por eso tuve que extraerla de su prisión
para poder contemplarla a gusto y para mover mi manos viendo esos
sacudones que me excitaron muchísimo.
Miré
para todos lados y como no vi a nadie en ese solitario recodo del
río, muy suavemente fui bajando el prepucio hasta dejar el glande
totalmente expuesto. Como se resecaba demasiado debido a mis nervios
acompañados por los rayos de sol, tuve que escupir sobre ella para
que se humedeciese mientras hacía los movimientos de esconderla en
mi mano, a la vez que con la otra mano me apretaba el lugar donde
terminan los huevos y empieza el ano.
Al
cabo de un buen rato estaba tan excitado que comencé a bufar y a
gemir a pata suelta. No me preocupé por si alguien podía oírme
porque total no había nadie por las inmediaciones, por esa razón
podía disfrutar pajeándome tan despacio como mi organismo y mi
vehemencia juvenil me lo permitiesen.
No se imaginan queridos lectores, como comencé a gozar, estuve
varias veces al borde del orgasmo pero en esos momentos en que de mi
verga salía cada vez más precum, abandonaba mi pija y me dedicaba
a desconcentrarme mirando el río, los pajonales y los sauces. Fue mucho para mi organismo, una excitación tremenda me invadía
todo el cuerpo por eso mi cerebro dio la orden y mi mano nuevamente
agarró mi verga poniéndose a “jugar" con ella hasta que la
eyaculación fue imparable, siendo todo un acontecimiento que hizo
salir mi leche a raudales, la cual no pudo ser retenida por más
tiempo dentro de mis bolas.
Como estaba acostado a lo largo en el piso de la embarcación no
veía si pasaba alguna barca con gente, pero si pasó alguien estoy
seguro que no me vio pero mis gemidos los hubo oído ese hipotético
ser humano que afortunadamente no pasó por allí. Vi perfectamente como salían los chorros de leche, con tanta
fuerza que me pegaron en el pecho y uno muy escurridizo llegó hasta
mis labios, que los recibieron con sumo agrado obligando a mi lengua a
salir para recogerlos y relamerlos para degustar tan sabroso néctar. Realmente mis bolas tenían mucho jugo porque hacía unos días
que no había podido descargarme con nadie por falta de tiempo debido
a los estudios y a los exámenes de fin de año.
Con mis manos desparramé toda la leche por mi pecho pero al cabo
de unos minutos el intenso calor que me prodigaba el sol hizo que
ésta se secase quedándome la piel reseca y tirante en todos los
sitios donde habían quedado rastros del blanquecino néctar. Entre el calor y el agotador trabajo manual de muchos minutos quedé
muy agotado y totalmente transpirado por lo que decidí tirarme al
agua para quitarme todos esos olores que me delatarían ante mi
compañero, pero allí no me animé porque era un lugar desconocido y
no sabía si la profundidad era mucha por eso desnudo como estaba
remé hacia la orilla donde me di un chapuzón enjuagándome todos
los restos del semen que tenía pegado en mi cuerpo.
Ya
más calmado dentro de la canoa, me eche sobre ella para secarme al
sol con la satisfacción que me invadía por tan deliciosa paja,
gozando aun en mi pensamiento mi verga nuevamente se me puso dura y
como no quiso acatar la orden de bajarse para poder vestirme para ir
al encuentro de mi amigo tuve que acariciarla un poco. Caricia
va, caricia viene, me excité nuevamente y terminé haciéndome otra
“manuela”, la cual mi órgano viril agradeció largando otra buena
cantidad de semen, pero esta vez mucho más aguado que el expulsado
con la primera eyaculación que haría una media hora que había
hecho vaciar mis huevos por primera vez en muchos días.
Para
no remar nuevamente hasta la orilla junté toda la crema blanca con
mi mano, luego la metí en el río para que no quedasen rastros de
mi “delito” y poder vestirme porque estaba intranquilo porque
nadie pasaba por allí y mi amigo tampoco. Fue
muy excitante y placentero poder tener dos orgasmos manuales en esa
soledad acompañado solamente por los rayos del sol y la suave brisa
que fueron mis únicos testigos de ese placer desconocido para mí en
medio de esa naturaleza impoluta.
Agotado
y asustado porque temía haberme extraviado en alguno de los brazos
del río remé hacia la mitad del éste sin saber para que lado
tomar, todo me parecía igual por eso ni idea tenía de para que lado
se encontraba el atracadero de donde habíamos zarpado. Remé
sin rumbo fijo hasta que vi a mi amigo que me andaba buscando, me
puse muy contento de haberlo visto y me dispuse a esperarlo para que
me sacase de ese lugar que ya me estaba hastiando por la soledad que
allí imperaba.
Mi
amigo estaba muy preocupado por mi desaparición, por eso se
encaminaba hacia el atracaderao para ver si había llegado hasta
allí de lo contrario pensaba hacer salir a una patrulla de rescate
por las dudas de que me hubiese sucedido algo. Por
supuesto que no le dije nada de cuanto había gozado en ese recodo
solitario, pero al llegar al club del cual él era socio, me dijo que
se iba a duchar porque había transpirado mucho remando tantas horas
y me invitó a hacerlo con él en las duchas colectivas.
Realmente
no tenía deseos de hacerlo, ya me había refrescado en el río, pero
ante su insistencia no pude negarme. Para
regocijo de mis ojos en las duchas había dos remeros con unos
cuerpos esculturales y con sus correspondientes vergas muy dignas de
esos efebos, que se reían mientras enjabonaban sus pijas de una
manera muy provocadora. A
pesar de no querer más sexo por ese día comencé a imaginarme como
sería tener esos ejemplares de vergas a merced de mis manos y de mi
boca... pero mi juventud pudo más haciendo que mi verga se pusiese
dura en muy poco tiempo.
Con
el pensamiento colmado por las visiones y el sabor de como sería
tener mi boca repleta de la leche que pudiese extraer de esos bellos
ejemplares me di la vuelta poniéndome de espaldas para que ellos no
notasen mi erección. Por
suerte estaban concentrados en sus cosas, por eso ni me miraron y al
poco tiempo cuando hubieron finalizado el aseo de sus vergas se
enjuagaron para irse a secar en un rincón donde se rieron otro poco
y luego se fueron sin decirnos ni una palabra.
Sin
que mi amigo se diese cuenta aceleré mi mano hasta que logré una
nueva descarga de mi semen el cual mojó los azulejo de la pared del
gabinete en el cual me encontraba. Cuando
me hube calmado, me sequé con una toalla que mi amigo me dio y nos
fuimos para nuestras respectivas casas sin siquiera mencionar nada de
las vergas a las cuales mi amigo no es afecto.
Realmente ese día quedé
reventado porque me hice tres pajas en poco más de cuatro horas sin
importarme que tuviese tan pocos años.
Esperando tu próxima entrada... Una cosa, seria posible que hicieses algo de algún trio bi, o algo de eso? Me gustaria mucho, gracias
ResponderEliminarOla me gustaria que hicieras un nuevo concurso. Titulado la polla del verano. Y quiero participar.
ResponderEliminarSe te echa de menos por aquí, tío. Espero que estés bien.
ResponderEliminarBíclope88